Yo no aprendí de contactos, no aprendí de favores ni de el vivian es el más inteligente.
Pero comprendí que los que aplican esa ley de vida tienen muchos beneficios, muchas amistades pero una necesidad grandisima de mantener apariencias.
Lo que si aprendí es a convivir con la gente cuando es necesario pero confiar como amigos sólo en algunos
Y desconfiar de quienes hayan sido víboras. Porque las víboras se arrastran para conseguir las herramientas para su beneficio y luego soltar el veneno que las consume lentamente para no morirse.
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